“La pelota no se mancha”... pero nos mojamos las pelotas

Resultado: Monte VI 5 Ut Serviam 1

Escrito por Juan Pablo Tosar

Qué ganas de escribir el Montepress! En serio, nunca me había pasado. Quizás sea por la expectativa de ver este artículo publicado en la world wide wes, o de repente es que necesito putear a Cote. Fue de esos partidos que no te arrepentís de levantarte un domingo 8:30, ponerte la campera, meter los zapatos en la mochila (por las dudas, nunca se sabe a cuantos suplentes pueda matar un rayo...) y salir a ver al monte con un diluvio digno de Moisés, como dijo alguna bestia por ahí.

Porque el Monte bien vale una mojada, y de mojadas, este partido da para hablar rato. Pero sin ánimo de aburrirlos con descripciones a lo "JC" de goles que todos vimos (menos el 2º del Gabi que coincidió con el estiramiento rutinario y no lo vio casi ninguno) destaco uno de los 5: el fulminante, certero y festejado cabezazo del Tato. Sí, no es un virus, estás leyendo bien; Tato Queirolo se mandó un golazo de cabeza, que puso al monte 3 tantos arriba, en un primer tiempo donde parecíamos el Manchester (por no decir Peñarol) tocando, hasta que ya el viento y el agua volvieron la cancha una esponja y lo que era un partidazo se volvió un patinazo, disolviéndose con el agua la magia de nuestros más talentosos. El segundo tiempo la verdad que lo vi desde debajo de un pino, y la pinocha me tapaba la mitad de la cancha. No me perdí de mucho, no por desmerecer la labor de los 11 que embarrados estaban construyendo la goleada, sino porque el partido de verdad se jugaba afuera.

Coque González, el mejor 5 de la historia del cuadro, fue al partido y no jugó. Por tanto no lo puedo meter en el 1 x 1, así que aprovecho este espacio para citar las últimas de quién jamás leyó un mail. Porque Coque hay una cosa que tiene bien clara: el fútbol es un deporte de hombres, y los hombres no aprovechan las oportunidades, crean las alternativas. Así fue que frente a una perchada inesperada, se negó a ser parte de la sedentariedad del banco (lo que equivaldría a ponerse a la misma altura de quién escribe), asumiendo la orgullosa labor de junta pelotas (el mejor junta pelotas de la historia del monte). El juez le mandó ponerse una campera para no confundirlo con un delantero en off-side, pero prefirió sacarse la 5 y quedar de manga corta frente a la furia del tiempo. La furia se la tubo que tragar esta vez, porque aunque desde atrás de la línea de cal su voz siguió definiendo quién patea los penales y quién no, inventando incluso un original sistema para poder llamar inequívocamente a los tres Nachos que había dentro de la cancha: "Cara de &!#%" (Otegui), "cara de &·$*#*" Ruibal) y "cabeza de &!#%" (Llambías), la cosa ya no era como en la época de Antonio. Porque Gerardo es firme como la estatua hasta la cual corríamos en la rambla, y quedó bien claro en el entretiempo que es el técnico el que tiene la última palabra. Bueno, la última de hecho la tuvo Fermín, que rompió el silencio de la "charla" del entretiempo, con una flatulencia altisonante.